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La cultura “incel”: el lado oscuro de la soledad masculina

“Adolescencia”, la exitosa producción de Netflix, expone con crudeza a ojos de los adultos una subcultura de los chicos marcada por el resentimiento y la misoginia. ¿Cómo surgió el fenómeno y por qué preocupa a expertos?

La cultura “incel”: el lado oscuro de la soledad masculina

La serie cuenta la historia de Jamie Miller, un adolescente británico acusado de matar a una compañera de clase / web

30 de Marzo de 2025 | 02:37
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Desde su lanzamiento en el país a mediados de mes, la miniserie británica “Adolescencia” ha venido generando un agitado debate por su cruda representación de la cultura “incel”. Su trama sigue a Jamie Miller, un adolescente británico de 13 años acusado del asesinato de una compañera de clase bajo la influencia de comunidades en línea vinculadas con esta subcultura.

Con una crudeza que sorprende a muchos adultos, la serie expone cómo las redes sociales pueden ser un terreno fértil para la radicalización de jóvenes vulnerables, mostrando la facilidad con la que discursos de odio pueden permear en la mentalidad de adolescentes aislados.

El término “incel” proviene de la expresión inglesa “involuntary celibate”, es decir, célibe involuntario. Surgió en los años 90 como un foro de apoyo para quienes tenían dificultades para establecer relaciones afectivas. Sin embargo, con el tiempo derivó en una comunidad predominantemente masculina marcada por el resentimiento hacia las mujeres y una visión distorsionada de las relaciones interpersonales.

En esas comunidades del ecosistema de internet, los incels culpan a las mujeres y a la sociedad por su falta de éxito romántico, reforzando una mentalidad de víctima que alimenta aún más su aislamiento.

CÓDIGOS PROPIOS

La cultura incel ha desarrollado su propio código de términos y símbolos. “Chads” se refiere a los hombres considerados atractivos y exitosos en el amor, mientras que “Stacys” designa a las mujeres populares y deseadas. “Femoids” es un término despectivo que reduce a las mujeres a simples objetos, deshumanizándolas y justificando actitudes de desprecio hacia ellas. “Cuck” se usa para descalificar a hombres que defienden a las mujeres o se consideran sumisos.

Otro concepto clave en esta subcultura masculina es la “regla 80/20”, que sostiene que el 80% de las mujeres solo está interesada en el 20% de los hombres, reforzando la idea de exclusión y frustración. Estas nociones alimentan una visión rígida y pesimista de las relaciones humanas, profundizando la desconexión con la realidad.

El movimiento incel forma parte de la “manósfera” o “andrósfera”, un conjunto de comunidades virtuales que promueven discursos antifeministas y críticos con las relaciones modernas. En estos espacios se difunden ideas que presentan a los hombres como víctimas de una sociedad dominada por las mujeres, promoviendo teorías conspirativas que justifican la misoginia.

“La manósfera es un conglomerado de comunidades de internet y espacios digitales, foros web, cuentas de Twitter ahora X, grupos de Facebook, canales de Telegram, donde los hombres se encuentran en oposición al feminismo y la igualdad de género”, explican las investigadoras Elisa García-Mingo y Silvia Díaz Fernández, autoras un estudio sobre misoginia online.

“A pesar de que encontramos diversas subculturas en la manósfera, hay algunos rasgos compartidos como son: el antifeminismo, el esencialismo de género en sus planteamientos; el victimismo masculino y sufrimiento masculino, sentimiento de pérdida (de derechos, visibilidad, privilegios…) y nostalgia del pasado y el objetivo, más o menos compartido, de restablecer el privilegio blanco masculino y reforzar la masculinidad hegemónica. Además, en cuanto a sus acciones comunicativas-políticas, coinciden todas las subculturas en: la creación de marcos antifeministas y la perpetuación de los estereotipos de género”, explican.

En el lenguaje habitual de esas comunidades, la “píldora roja” y la “píldora negra”, tomadas de la película “Matrix”, simbolizan un despertar a esta supuesta realidad de desigualdad y desesperanza. La primera representa el momento en el que un hombre, supuestamente, comprende la “verdad” sobre el feminismo y la dinámica de poder entre géneros. La segunda, en cambio, lleva esta visión aún más lejos, abrazando el nihilismo absoluto y la creencia de que el destino de los hombres incels está sellado.

RADICALIZACIÓN EN REDES

Si bien muchos incels sólo expresan su frustración en línea, algunos casos han derivado en violencia extrema. Algunos atentados ocurridos en Estados Unidos han sido vinculados a esta subcultura.

Tal es el caso del cometido en 2014 por Elliot Rodger -considerado un héroe dentro de algunas de las comunidades incel-, quien mató a seis personas en la localidad de Isla Vista, en California. Antes de hacerlo grabó un video donde señalaba como justificación para sus actos que las mujeres no querían acostarse con él.

La radicalización de jóvenes a través de foros y redes sociales preocupa a expertos y autoridades, que advierten sobre el riesgo de que estas comunidades fomenten discursos de odio y actos violentos.

Además, la presencia de estos grupos en plataformas de fácil acceso para adolescentes aumenta la posibilidad de que nuevas generaciones sean influenciadas por sus discursos extremistas.

En suma, “Adolescencia” pone sobre la mesa un problema que no puede ignorarse: la fácil accesibilidad a estos discursos y la falta de referentes emocionales positivos pueden empujar a jóvenes a adoptar visiones destructivas.

De ahí que “la educación digital y el acompañamiento familiar son clave para prevenir la expansión de estas ideas y evitar que la soledad se transforme en odio”, sostienen los expertos al recomendar que padres y educadores estén atentos a los espacios en línea que frecuentan los adolescentes y fomenten un diálogo abierto sobre las relaciones interpersonales saludables.

Abordar estos temas con empatía y sin estigmatización, aseguran, resulta fundamental para evitar que jóvenes en situación de vulnerabilidad terminen atrapados en comunidades que refuerzan su aislamiento y resentimiento.

 

 

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