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Espectáculos |ANÁLISIS

“Anora”: la película del Oscar es también la película de la polémica

“Anora”: la película del Oscar es también la película de la polémica

Escena de “Anora”, la gran ganadora del Oscar

9 de Marzo de 2025 | 03:26
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Todos hablan ahora de ”Anora”: a la ganadora del Oscar de menor audiencia de la historia parece que la vieron todos, luego de su triunfo del domingo pasado. Y muchos tienen cosas feas para decir de la película de Sean Baker: que es una explotación del cuerpo femenino, que es una apología de la prostitución, que es, simplemente, una película que no merecía el Oscar. Algunos incluso revisaron a quién seguía el director en sus redes, y lanzaron acusaciones.

Suele ocurrir: cuando algo se vuelve unánime, como ocurrió con “Anora”, ganadora en Cannes y en el Teatro Dolby, aparecen los que quieren diferenciarse. Lo curioso es que “Anora” es quizás su cinta más, digamos, accesible, en términos de lo que se la acusa: sus producciones suelen lidiar con el trabajo sexual, y a menudo de manera más dura y explícita que en su último trabajo.

Quizás por esas experiencias anteriores es que la película es, ante todo, auténtica. Se filmó en Brighton Beach, un enclave postsoviético situado al final de la línea B del metro de Nueva York, y Coney Island, un par de paradas más allá en la línea Q. Pese a sus encantos que incluyen una vida nocturna empapada en vodka y abrigos de piel trasnochados en el caso del primero, y de una montaña rusa de madera de 100 años de antigüedad y un colorido paseo marítimo, en el segundo, Brighton Beach y Coney Island no suelen formar parte de la filmografía de una ciudad acostumbrada a los primeros planos.

En “Anora” estos dos barrios son el escenario de la caótica búsqueda nocturna del hijo de un oligarca ruso, Iván, que trata de zafarse a la vigilancia de los esbirros de Europa del este contratados por su padre tras casarse con la prostituta que da título a la película.

Anora, apodada Ani, vive bajo el estruendoso tren elevado que serpentea por Brighton Beach, un barrio que desde mediados de los años 70 ha sido refugio de inmigrantes de Rusia, Ucrania y otras exrepúblicas soviéticas.

En esta comunidad los “pelmeni” y las albóndigas “vareniki” son habituales en los menús, y los avispados pueden comprar caviar a precio de ganga.

El director Sean Baker “quería descubrir este microcosmos de un mundo que solo existe allí... este barrio de gente que habla su propio idioma y ha preservado su cultura”, dice el director de localizaciones de la película, Ross Brodar.

De la misma manera, la película se interna en el universo del trabajo sexual, donde Baker tiene allegados hace años gracias a sus anteriores películas, que fueron muy bien recibidas por la comunidad.

“Sean entiende el trabajo sexual”, dijo la actriz porno y directora Casey Calvert. “Sean es el único cineasta que tiene la capacidad de hacerlo bien. También es el único que se preocupa por hacerlo bien”, añade su director de fotografía, Eli Cross, veterano del cine para adultos.

La autenticidad no es algo que este sector espere de Hollywood. La muy conocida “Mujer bonita”, de Julia Roberts y Richard Gere, fue por ejemplo un cuento de hadas comestible sobre una prostituta y su adinerado salvador. “Anora” es, de alguna forma, su reverso.

“El sector del trabajo sexual en su conjunto se muestra muy escéptico ante cualquier película que tenga que ver con el trabajo sexual”, dice Calvert. “Hollywood, históricamente hablando, ha hecho muchas películas sobre prostitución y damas de compañía que no son especialmente positivas”. Baker declaró que había evitado clichés como “prostituta con un corazón de oro”.

Para Calvert, las películas de Baker destacan porque no tratan realmente sobre el trabajo sexual, sino sobre las luchas, las emociones y la humanidad de las personas que se ganan la vida con el trabajo sexual.

“No se trata del tabú del sexo. Se trata simplemente de una comunidad marginada de personas que él encuentra realmente interesante y quiere explorar”, comenta.

“Anora” todavía está en cines: los que quieran sumarse al debate, pueden concurrir a las salas locales y prepararse para discutir.

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