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Divorcio ‘party’: revivir la fiesta de soltero, pero para poner un punto final

Es una tendencia creciente que refleja no solo un cambio de mentalidad respecto del matrimonio y la separación, sino también una nueva forma de entender las relaciones

Divorcio ‘party’: revivir la fiesta de soltero, pero para poner un punto final

Las mujeres parecen ser las más dispuestas a organizar y participar en estas celebraciones / Freepik

21 de Julio de 2024 | 06:50
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“Ni bien recibí los papeles del divorcio, les dije a mis amigas: ‘¡Hay que festejar!’. No es contra mi expareja, pero el proceso de separación es tortuoso y merece un brindis a modo de desahogo. Es un paso hacia otro momento de la vida”, afirmó Mariana, una contadora de City Bell que se contactó con una persona para que se encargue de organizar la celebración. Tiempo atrás, Mariela Tesler, sex coach, organizadora de fiestas de divorcio sostenía que la dinámica en Argentina es muy similar a las de las famosas despedidas de solteros. “Un grupo de amigas que eligen hacerlo en una casa o locación, se ambienta el espacio, se elige la música, y se convoca a los invitados”, detalló Tesler. Su extensa trayectoria en el rubro le ha demostrado que ambos sexos se enfrentan al trauma de la ruptura de formas distintas. “Para muchas mujeres es muy difícil enfrentar esta etapa. Por lo que trato de brindarles herramientas educativas de seducción para que puedan volver a la conquista”, dijo la sex coach.

El divorcio ha dejado de ser un tema tabú en la sociedad actual y, como toda ruptura significativa, ha encontrado su propia manera de ser celebrado. Las fiestas de divorcio son una tendencia creciente que reflejan no solo un cambio de mentalidad respecto al matrimonio y la separación, sino también una nueva forma de entender la vida y las relaciones. En una época donde la individualidad y el bienestar personal han cobrado un protagonismo sin precedentes, estas celebraciones se presentan como un símbolo de resiliencia y renovación.

En una sociedad que durante mucho tiempo ha asociado el divorcio con el fracaso, la aparición de las fiestas de divorcio marca un punto de inflexión. Festejar un divorcio puede parecer, a primera vista, una contradicción. Sin embargo, quienes participan en estas celebraciones defienden que no se trata de glorificar la ruptura, sino de reconocer el fin de una etapa y el inicio de otra. Es una oportunidad para cerrar un ciclo de manera positiva, rodeado de amigos y seres queridos, y mirar hacia el futuro con optimismo. Este tipo de fiestas permiten transformar un evento que tradicionalmente se vive con dolor y tristeza en una ocasión para la catarsis y la liberación.

La razón de ser de las fiestas de divorcio está intrínsecamente ligada a los cambios culturales y sociales que hemos experimentado en las últimas décadas. El matrimonio, una institución que en tiempos pasados se consideraba inquebrantable, ha sido objeto de una revalorización. Ya no se ve como un mandato social ineludible, sino como una opción entre muchas. Este cambio de perspectiva ha llevado a una mayor aceptación de la idea de que no todos los matrimonios están destinados a durar para siempre, y que el divorcio puede ser una decisión saludable y necesaria. En este contexto, las fiestas de divorcio ofrecen una forma de normalizar la separación, de quitarle el estigma y de celebrarla como una elección consciente y liberadora.

 

El divorcio dejó de ser tabú y encontró una forma de ser celebrado por las personas

 

Las fiestas de divorcio también reflejan un enfoque más centrado en el individuo y en su bienestar emocional. La idea de que una persona puede y debe buscar su felicidad, incluso si eso significa dejar atrás una relación que ya no funciona, ha ganado terreno. Las celebraciones post-divorcio permiten a los individuos reivindicar su identidad, reafirmar su valor y establecer nuevas metas personales. Son una forma de empoderamiento, un recordatorio de que la vida continúa y que hay muchas razones para seguir adelante con entusiasmo.

El surgimiento de estas fiestas está acompañado por una industria en crecimiento que se dedica a satisfacer esta nueva demanda. Desde organizadores de eventos hasta diseñadores de pasteles temáticos y tiendas de regalos especializadas, el mercado ha respondido rápidamente a la popularidad de las fiestas de divorcio. Este fenómeno comercial no solo destaca la aceptación social del divorcio, sino que también pone de relieve cómo el capitalismo puede adaptarse y prosperar incluso en torno a eventos que antes se consideraban exclusivamente negativos.

En el ámbito psicológico, las fiestas de divorcio ofrecen beneficios tangibles. Para muchos, son una forma de terapia colectiva, una manera de compartir y procesar la experiencia del divorcio en un entorno seguro y apoyado. La celebración puede servir como un ritual de cierre, permitiendo a los individuos liberar emociones contenidas y recibir apoyo emocional de su círculo cercano. Este tipo de rituales pueden ayudar a mitigar el impacto negativo del divorcio y facilitar una transición más suave hacia la nueva etapa de la vida.

UNA TENDENCIA

Christine Gallagher, autora de The Divorce Party Handbook, fue una de las primeras en promover estas celebraciones en Los Ángeles desde 2008. Según Gallagher, los rituales son poderosos y efectivos, permitiendo a las personas superar etapas difíciles con el apoyo de sus amigos y familiares. Las fiestas de divorcio, sostiene, ayudan a las personas a enfrentar el lado emocional del proceso, ofreciendo una noche de liberación y alegría en medio de una etapa que puede ser estresante y solitaria.

Este fenómeno no ha pasado desapercibido entre las celebridades. Madonna, por ejemplo, organizó una fiesta de divorcio en el Ritz Carlton Hotel en Boston en 2009, tras el fin de su relación con el cineasta británico Guy Ritchie. Katy Perry también se unió a esta tendencia después de su separación de Russell Brand, organizando una fiesta en su casa para celebrar su soltería. Jack White y Karen Elson fueron aún más lejos, organizando una fiesta de “Sexto aniversario y divorcio”, invitando a sus amigos y familiares a celebrar tanto su pasado como su futuro.

Las fiestas de divorcio pueden incluir rituales especiales como “la rotura del lazo”, donde el/la divorciado/a corta un lazo como símbolo del fin de su matrimonio. Este tipo de celebraciones, según el psicoanalista Jorge Catelli, miembro titular en Función Didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), y profesor e Investigador de la UBA, aportó: “Por un lado hay una lectura en relación a un modelo que queda cuestionado, un modelo patriarcal, monogámico, de amor para toda la vida, sin faltas, sin resquebraduras, que deja de tener la validez de imposición que ha tenido a lo largo de siglos”.

“Celebrar la ruptura en este sentido, -continúa el especialista-, es probablemente un modo de manifestación que legitima celebrar el inicio de una nueva etapa, no necesariamente por una ruptura, sino en tal caso, la posibilidad de celebrar un nuevo inicio en un momento en que esa ruptura no es vivida como en otras épocas que era únicamente e inequívocamente algo negativo”.

Rosalía Álvarez, psicoanalista de pareja y familia, especializada en pareja y familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Asociación Psicoanalítica de internacional, sostiene ante todo que se debe descubrir que tal vez la persona con la que nos casamos y con la cual pensamos que era para siempre, deja de serlo por diversos motivos. “Desde allí puede ser un motivo de festejo, digamos, por haber podido atreverse en esta cosa epocal que vivimos, a realmente poder terminar lo que alguna vez comenzó sin pensar que la vida allí se termina. O tener que soportar una unión para siempre a pesar del sin amor, sin buen sexo o sin proyecto común, o sin momentos de felicidad”, explicó a Álvarez.

Las mujeres, en particular, parecen ser las más dispuestas a organizar y participar en estas celebraciones.

“Los festejos se enarbolan en la alegría de concluir con un matrimonio que tal vez haya transcurrido en la plenitud de la pareja y que por múltiples causas han devorado el placer inicial”, le dijo tiempo atrás a Infobae, Ana Esther Krieger, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)

“Son cada vez más las mujeres que se animan a decir que no son felices, a decir basta de los maltratos que viven. Supongo que esta ‘basta’ y este festejo es más extenso en las mujeres porque en un punto simboliza muchas más cosas que estar con otro proyecto u otra apertura. Sobre todo comparando con nuestras madres u abuelas que no se hubiesen animado ni si quiera a festejar, sino a permitir decir hasta acá llegue”, agrega Álvarez.

“La celebración puede ser leída como un ritual. Ritual que tiene la intención de un pasaje de una ruptura, un final. Un cambio que no solo sucede en la variante de lo civil. Se trata de un movimiento que refunda al sujeto en su condición deseante. También puede ofertar al divorciado al mundo de la nueva soltería que nunca será la misma que en los tiempos pasados. El hombre se siente atrapado en una posición de abroquelamiento y prudencia. Creo que toma conciencia después del distanciamiento, del propio divorcio o la ruptura”, agrega Krieger.

 

Las fiestas de divorcio reflejan un enfoque centrado en el individuo y en su bienestar

 

Para Catelli, esta tendencia representa una comprensión más profunda de la felicidad, no como la permanencia en una relación a toda costa, sino como la liberación de situaciones tristes y la apertura a nuevas etapas de la vida.

“Es partir de una suposición falsa. Que se termine una relación es algo no necesariamente triste. A veces es la liberación de una situación triste, por eso hay motivos de festejar”, dice el especialista.

Y agrega: “Separarse no representa inequívocamente una situación triste, sino supone un cambio en la vida de una situación a otra, en una época en que perdió legitimidad creer en el amor romántico, pero también opresivo del amor, entre comillas, para toda la vida o más tremendo aún, con el acento de la muerte, como aquella frase de al formula matrimonio, ‘hasta que la muerte los separe’”.

En esa postal disruptiva, en donde los vínculos se revisan, aparecen la tolerancia según cierra Catelli: “Salir de un posible sometimiento. Poder legitimar la posibilidad de tolerar los cambios. De darle lugar a nuevas etapas, a nuevas parejas, nuevos estados, donde no es solo cambiar de pareja, sino poder estar solo o sola, vivir ese momento, dar por concluida esa relación y, en ese sentido, un cambio de estado en el sujeto, como modo de aparición de subjetividad totalmente legitimada”.

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