Es clave cuidarse del sol desde la infancia

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La protección solar desde la infancia es clave. La médica dermatóloga Paula Bourren, sostiene: “La piel ‘tiene memoria’, va acumulando el daño que provoca el sol desde que somos bebés y esto aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de piel en la edad adulta”.

Los cuidados durante el primer año de vida del bebé tienen que ser extremos. Es muy importante evitar exponer a los niños directamente al sol en ese período. Y, si van a usar protector solar, no colocar ninguno antes de los 6 meses, aunque sea desarrollado para niños, porque podría provocar alguna reacción en la piel del bebé.

Durante el embarazo, debido al estímulo hormonal, es común que la piel de la mujer adopte un color más oscuro, generalmente en su cara y sector abdominal. También puede ocurrir que algunos lunares crezcan de tamaño, cambien su color e incluso, pueden aparecer nuevos lunares. Esto, según la especialista, no implica siempre que las embarazadas tengan mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel. Pero sí recomienda reforzar la protección de la piel para no acumular mayor daño.

El Registro Argentino de Melanoma Cutáneo (RAMC) detectó que, al momento del diagnóstico, la edad media de las mujeres es de 55 años y la de los hombres de 58. Por este motivo, es preciso extremar los cuidados durante la adultez si en la infancia y la adolescencia se expuso la piel al sol sin protección en reiteradas oportunidades.

La piel tiene memoria, y nosotros también la podemos tener: recordar protegernos cada vez que estemos al aire libre es un hábito que deberíamos incorporar de por vida.

LA SENSIBILIDAD DE LA PIEL INFANTIL

En un niño menor de 3 años, no están desarrollados los mecanismos de defensa para protegerse del sol que tiene un adulto. Estas son algunas de las razones de su vulnerabilidad:

Su piel es más fina y sensible.

Su función como barrera protectora todavía no es muy eficaz, y los rayos UV penetran con mayor facilidad.

Su sistema inmunológico y sistema pigmentario siguen siendo inmaduros y no tienen aún la capacidad de defender la piel contra las agresiones UV.

Su transpiración es aún deficiente, lo que los hace más sensibles a las diferencias de temperatura, golpes de calor y deshidratación.

Por eso es esencial proteger la piel de tu pequeño. Sin embargo, no todos los tipos de piel son iguales en cuanto a sensibilidad. No se trata del fototipo del niño (sea claro u oscuro, su piel necesita una protección óptima), sino a las pieles sensibles o atópicas. Conocer las especificidades de la piel de tu hijo te ayudará a elegir productos adecuados que garanticen una alta tolerancia y una seguridad apropiada.

Si sabés que tu hijo es propenso a la dermatitis atópica, por ejemplo, durante las vacaciones, podrás elegir productos que se adapten perfectamente a sus necesidades: una loción solar sin perfume y de muy alta protección. Lo mismo ocurre si tu hijo tiene una piel muy sensible (la cara se sonroja con facilidad cuando se expone al estrés diario): un tratamiento protector sin perfume también será ideal para hacer frente al sol. Si tu hijo tiene la piel seca, un tratamiento nutritivo es esencial para hidratar y proteger en profundidad su frágil piel.

 

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