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Deportes |MARCELO MÉNDEZ DIO MUESTRAS DE CAPACIDAD Y GIMNASIA DEBE CUIDARLO

El Lobo, entre los silbidos y la mediocridad

Perdió la memoria y no encuentra solidez ni juego. Ya sin el paraguas protector de la Copa Argentina, necesita resultados para que el fin de año no se le haga eterno

El Lobo, entre los silbidos y la mediocridad

El equipo que perdió en el bosque ante el tatengue se llevó todos los reproches de sus hinchas / Gimnasia.org.ar

Facundo Aché
fache@eldia.com

30 de Octubre de 2024 | 04:46
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La despedida del equipo, en medio de un coro de silbidos de los hinchas, no sorprendió a nadie. Si bien -por ahora- el pueblo tripero mantiene al margen a Marcelo Méndez, los reproches tienen claros destinatarios en la dirigencia y en los jugadores. Por eso, el Lobo necesita un golpe de timón para hacer más llevadero el final de otro año futbolísticamente perdido.

El clima comenzó a espesarse a partir de la eliminación ante Boca por la Copa Argentina. Quedarse afuera luego de fallar en cuatro de las cinco ejecuciones desde el punto del penal fue algo muy difícil de sobrellevar. Allí, las formas pesaron más que el fondo, porque Boca -por peor momento en el que esté- no deja de tener más plantel y más equipo que Gimnasia. Por eso la tarde comenzó con los reproches de un plateista al capitán Leo Morales. Luego, todo sería peor.

Fue una nueva desilusión para la gente, que puso la cara y apoyó el año pasado cuando una apuesta de alto riesgo casi termina en descenso. La llegada de Marcelo Méndez, un técnico desconocido en el fútbol argentino, reavivó las expectativas del triperío con una propuesta ofensiva, fresca, con un perfil de juego en las antípodas de Leonardo Madelón, su antecesor en el cargo.

Sin embargo, ese juego que llenó de elogios al equipo y de ilusiones a los hinchas, no se sostuvo en el tiempo. Fueron los primeros seis partidos del ciclo, con cuatro victorias, un empate y una derrota frente a Instituto. Incluso en la caída en Córdoba, hubo -especialmente en el primer tiempo- un funcionamiento sólido, un perfil de equipo que tiene claro a qué quiere jugar.

Todo eso se desmoronó a partir del receso por la Copa América, entre algunas salidas (la única de importancia, titular, fue la del uruguayo Rodrigo Saravia) y lesiones. Gimnasia no volvió a ser “ese Gimnasia” de Méndez. Fueron cuatro derrotas consecutivas, incluida la goleada 4 a 1 en el clásico disputado en cancha de Estudiantes.

Vale la pena detenerse en ese partido. En ese primer tiempo, quizá se vio por última vez ese Lobo dominante, que imponía condiciones en el desarrollo del juego, con presión alta, recuperación inmediata ante la pérdida, buen manejo y sí, altos riesgos en defensa. Esta aseveración no significa que Gimnasia haya jugado mejor un partido que perdió por goleada que varios de los siguientes que ganó y muy bien. Simplemente, las características del juego de conjunto fueron cambiando, hasta volverse más práctico y pragmático. No estaba mal: si la manta era corta, había que cubrirse la cabeza de alguna manera.

El tema es que Gimnasia atraviesa una etapa ni. No es ni el que supo ser ni el que será. Algunos aprenderán a valorar a Benjamín Domínguez ahora que no está, pero el Lobo no pudo reemplazarlo. Y hoy juega más o menos como cada partido se lo permite, pero sin manejar las riendas ni tener presión o buen manejo. Conserva el ímpetu y las ganas, pero -a veces- no alcanza.

¿Es el huevo o la gallina? ¿Las individualidades bajaron su nivel y eso se reprodujo en el equipo o los jugadores son víctimas del sistema? Tras la derrota ante Unión, Marcelo Méndez dijo “Hay que ser conscientes de lo que somos, Gimnasia hoy es esto”. Bajo ese concepto, con siete partidos sin ganar y (hoy) a 9 puntos de los puestos de clasificación a Copa Sudamericana, pensar en volver a jugar una competencia internacional en 2025 es una ilusión sin sustento. Apenas una quimera.

La realidad es que Gimnasia no tiene un plantel con grandes variantes, pero algo más deberá dar para no seguir comprometiendo su futuro cuando pase esta Navidad sin descensos y con 30 equipos en Primera División. La dura realidad es que si mañana, de un plumazo, hubiera que borrar a 10 equipos, uno de ellos sería Gimnasia. Lo marcan los números de los últimos años con la excepción del veranito de Pipo Gorosito que peleó un rato largo el torneo de 2022 pero terminó noveno.

Marcelo Méndez debe refundar su equipo / Fotobaires

Nadie le va a decir a Méndez que debe hacer. Le sobra personalidad y se nota. De hecho, los mayores cuestionamientos no son para él: apuntan a los jugadores y a un mercado gasolero, más allá de que Gimnasia invirtió mucho dinero en 2024 entre los pases de Pintado y Abaldo. Aún así, algún refuerzo impresionó muy bien (como Martín Fernández, en baja en las últimas dos fechas), otro está en deuda (se espera mucho más de Norberto Briasco) y otros nombres parecen no superar la medianía, un karma de Gimnasia en las últimas temporadas. Entre estos sorprende Valentín Rodríguez, muy lejos del nivel que evidenció en algún momento en su país.

En el mercado que viene se irán 15 jugadores. Seguramente, vendrán cerca de una decena de futbolistas. ¿Habrá salto de calidad? Difícil. Pero esa es otra historia: el tema es como llegar a fin de año sin -como parece- una zanahoria delante de las narices. Gimnasia necesita soluciones ahora, “con esto”.

Hay múltiples preguntas que se responderán a partir de las decisiones del entrenador, que, como los jueces hablan por sus sentencias, lo hará por los equipos que ponga en cancha. ¿Se sostiene jugar con tres delanteros si no los hay ante la lesión de Abaldo? ¿Falta un mediocampista más junto a Fernández? ¿Si Gimnasia necesita más de Briasco, no sería interesante que juegue más adentro? Lo que parece imposible es que el Tripero juegue 4-4-2, entre otras cosas porque Pablo De Blasis y Lucas Castro no están para hacer las bandas. El DT, que venía fluctuando entre el 4-3-3 y el 3-4-3 metió ante Unión una variante 4-2-3-1, lo que demuestra que el tema no pasa por el dogmatismo de Méndez.

De una u otra manera, Gimnasia debe mostrar algo diferente en estos últimos ocho partidos del año para que las charlas entre Méndez y Cowen sigan siendo de rutina.

 

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