Mancha y Gato: los cien años de una leyenda

Los dos caballos criollos, guiados por un jinete suizo, unieron Buenos Aires con Nueva York en un viaje que duró más de dos años y recorrió 17 mil kilómetros

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Ayer se cumplieron cien años del día que los caballos criollos Mancha y Gato salieron desde la Argentina, montados por un jinete suizo que quería demostrar la nobleza y superioridad del caballo criollo, para llegar hasta Nueva York en un viaje cargado de aventuras que duró dos años y medio e hizo historia.

Aimé Tschiffely, el jinete protagonista de esta historia era docente, había nacido en Suiza en 1895 y vivía en Gran Bretaña donde ejercía su profesión. Más tarde llegó a Buenos Aires y se desempeñó como profesor de educación física en el colegio San Jorge de Quilmes, donde trabajó casi una década.

Inspirado en los relatos de los gauchos y de la pampa de Roberto Cunnighame Graham, propuso a Emilio Solanet, dueño El Cardal de Ayacucho, experimentado criador de caballos criollos, comprarle dos animales. Tras ponerlo a prueba a través de esforzadas cabalgatas, Solanet le regaló dos caballos de la tribu del cacique tehuelche Liempichún, en Colonia Sarmiento, Chubut. Se llamaban Gato y Mancha, respectivamente un bayo gateado de 16 años y un overo rosado, de 15. El primero había sido domesticado rápidamente y era manso y humilde. Mancha era más arisco y precavido.

El 24 de abril de 1925, jinete y caballos iniciaron su viaje partiendo rumbo a Rosario llegando luego a Santiago del Estero, Tucumán y Jujuy, según el relato que el protagonista de esta historia escribió luego para la revista Caras y Caretas cuando volvió.

Relató a su vez que después de 39 días de marcha llegaron a Perico del Carmen, en Bolivia, donde debió permanecer cinco semanas internado tras contraer una enfermedad luego de explorar tumbas indígenas.

Partieron luego rumbo a La Paz siguiendo los lechos secos de los ríos para evitar la densa vegetación. Tras descansar en La Paz, pasaron por el sur del lago Titicaca, Cuzco y Ayacucho, cabalgando a alturas de 4.000 metros.

En el tramo que va de Ayacucho a Lima a la altura y el calor se sumó la amenaza de mosquitos y otros insectos que se ensañaban con él y los animales. Durante una tormenta de nieve desapareció el guía que los acompañaba y los caballos se perdieron cuatro días en la montaña.

Siguió el camino por la costa del Pacífico, donde costaba encontrar agua para los caballos, Quito y Colombia donde encontraron muy malos caminos. Para llegar hasta Panamá tomaron un vapor hasta Colón donde, en una base norteamericana los caballos tuvieron que ser atendidos de una enfermedad en la piel.

Para cruzar la selva de Talamanca, en Costa Rica, debieron abrirse paso a machete en marchas en las que a veces avanzaban menos de un kilómetro en todo un día y se alimentaban con monos, patos silvestres y cerdos de los montes.

Hasta El Salvador llegaron en barco, ya que transitar por Nicaragua era extremadamente peligroso: había una guerra civil y faltaban los caballos.

Ya en México debieron avanzar con escolta militar por la gran cantidad de bandidos que había en la región.

Al llegar a Ciudad de México fueron recibidos por una multitud y Tschiffely resultó homenajeado con una corrida de toros en su honor.

Ya en Estados Unidos Tschiffely debió dejar nuevamente a Gato y terminó el periplo solo con Mancha, en Washington. Pese a que en esa ciudad había finalizado el viaje, fue con su caballo en ferry hasta Nueva York, donde hizo un recorrido triunfal con Mancha por la quinta avenida, fue recibido por el alcalde James John Walker y le organizaron un homenaje. Además, en Washington, Tschiffely fue recibido por el presidente Calvin Coolidge en la Casa Blanca.

Jinete y animales retornaron a Buenos Aires en el vapor “Pan America”. Llegaron el 20 de diciembre de 1928. Habían recorrido en dos años y medio algo más de 17 mil kilómetros.

Tschiffely permaneció un tiempo en el país y donó sus pertenencias y recuerdos del viaje al Museo de Luján.

Gato murió el 17 de febrero de 1944 a los 36 años y Mancha el 24 de diciembre de 1947, a los 40. Un taxidermista rescató sus cueros y los dos caballos se exhiben en el Museo del Transporte de Luján.

Tschiffely murió en Londres el 5 de enero de 1954.

El 20 de septiembre en Argentina es el Día Nacional del Caballo en homenaje a la fecha en que terminó el histórico viaje.

 

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