Alimentación: los mitos que combaten los nutricionistas
Edición Impresa | 14 de Enero de 2024 | 03:03

En un mundo donde la información sobre salud y nutrición es tan abundante como contradictoria, desentrañar mitos de hechos puede ser una tarea abrumadora. Una reciente publicación del diario Daily Mail aborda este dilema, arrojando luz sobre diez de los mitos alimenticios más comunes que han permeado en el imaginario colectivo, desafiando muchas de las creencias que damos por sentadas en nuestras dietas diarias.
Comenzando con el mito de que el jugo siempre es saludable, esta creencia arraigada se ve cuestionada. Aunque a primera vista, un jugo fresco de frutas o verduras puede parecer la quintaesencia de un desayuno saludable, la realidad es más compleja. Al convertir los productos frescos en líquido, perdemos una de las partes más esenciales de las frutas y verduras: la fibra. Esta fibra no solo es clave para nuestro sistema digestivo, sino que también ayuda a regular la absorción de azúcar. Sin ella, nos encontramos consumiendo un alto contenido de azúcar natural, que puede llevar a picos y caídas en nuestros niveles de energía, así como a un incremento en el apetito.
En cuanto a la leche de almendras, que a menudo se la considera una fuente de proteínas, la realidad es que se necesita una cantidad considerable para igualar el aporte proteico de otras fuentes más concentradas, como las nueces crudas. Este descubrimiento destaca la importancia de verificar las etiquetas nutricionales y no asumir que todas las alternativas a los productos lácteos son iguales en términos de contenido proteico.
La vitamina C, largamente venerada como una especie de panacea contra los resfriados, también entra en el terreno del mito. Si bien su consumo puede reducir ligeramente la duración de un resfriado, no existe evidencia sólida que sugiera que pueda prevenir su aparición. Este hallazgo recalca la necesidad de un enfoque más holístico de la salud, donde una sola vitamina no es una solución mágica.
El aceite de oliva, muy saludable, tiene un contenido calórico similar a otros aceites
El estudio de 2013 publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, que examina la importancia del desayuno en la pérdida de peso, desafía la idea de que saltarse esta comida del día es perjudicial. Este estudio nos recuerda que las necesidades nutricionales son profundamente individuales y que no hay una regla única que aplique a todos.
El aceite de oliva, a menudo promocionado por sus propiedades saludables, tiene un contenido calórico similar al de otros aceites. La diferencia reside en la calidad de sus grasas, destacando que no todas las calorías son iguales en términos de beneficios para la salud.
En cuanto a los productos reducidos en grasa, este estudio pone de relieve un punto crucial: bajo en grasa no significa necesariamente bajo en calorías. Este es un recordatorio de que las etiquetas pueden ser engañosas y que la moderación es clave, incluso cuando se trata de productos etiquetados como ‘saludables’.
El mito de que los vegetales crudos son siempre superiores a los cocidos también se desmonta. Según Mel Wakeman, experto en nutrición, algunos nutrientes se absorben mejor cuando los vegetales se cocinan. Esto sugiere que la preparación de los alimentos puede ser tan importante como los alimentos en sí mismos.
El apio, a menudo citado como un alimento de “calorías negativas”, se revela como un alimento de bajo contenido calórico, pero no carente de ellas. Este descubrimiento refuta la idea de que podemos comer ciertos alimentos en cantidades ilimitadas sin consecuencias.
El apio, citado con “calorías negativas”, no carece de ellas aunque tenga bajo contenido calórico
Contrario a la creencia popular, las papas no están necesariamente prohibidas en una dieta para perder peso. Con un contenido calórico relativamente bajo y una alta capacidad para generar sensación de saciedad, su inclusión en una dieta depende en gran medida de su forma de preparación.
Por último, el tema de la sal y su relación con el aumento de peso se aclara. Aunque la sal no aumenta directamente el peso corporal, sí puede causar retención de líquidos, lo que puede afectar nuestra apariencia y salud. La reducción de su consumo es clave para evitar la hipertensión y otros problemas de salud.
Estos descubrimientos ilustran una verdad fundamental sobre la nutrición: la importancia de cuestionar y reevaluar nuestras creencias alimenticias. Al hacerlo, podemos tomar decisiones más informadas y adaptadas a nuestras necesidades individuales, llevando así una vida más saludable y equilibrada.
Más detalles
En una entrevista reciente con Infobae, las nutricionistas Laura Romano y María Cecilia Ponce desmitificaron varios conceptos erróneos sobre la nutrición que frecuentemente confunden al público. Sus explicaciones buscan orientar hacia una alimentación más consciente y basada en hechos científicos.
El primer mito abordado fue la falsa creencia de que lo natural no engorda. Romano destacó que todo alimento aporta calorías y que el exceso, incluso de productos saludables, puede acumularse como grasa. Por otro lado, desmintió la idea de que el pan integral engorda menos que el blanco; aunque tiene más nutrientes, su aporte calórico puede ser similar. Además, Ponce aclaró que los huevos, a pesar de su contenido en colesterol, no incrementan necesariamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares y son una fuente importante de nutrientes.
Las especialistas también abordaron la confusión en torno a los productos etiquetados como “light”. Romano explicó que estos productos no son sinónimo de cero calorías, sino que tienen un 25% menos de algún nutriente en comparación con su versión original. En cuanto a los alimentos sin gluten, señaló que no son inherentemente más saludables y, a menudo, contienen aditivos y grasas añadidas.
Ponce y Romano también desmintieron algunos mitos relacionados con dietas específicas. Aclararon que una dieta vegetariana no asegura la pérdida de peso por sí sola y que su efectividad depende del balance nutricional y del mantenimiento de un déficit calórico. En cuanto a las frutas y verduras, Ponce advirtió que su consumo excesivo puede elevar la insulina y favorecer la acumulación de grasa. Por otro lado, Romano enfatizó que la pasta no engorda por naturaleza; su impacto en el peso corporal depende de cómo se consuma y de las combinaciones con otros alimentos.
Finalmente, abordaron el tema de la mezcla de hidratos de carbono y proteínas, desmintiendo el mito de que esta combinación engorda. La realidad es que lo importante es la proporción y el tipo de alimentos en el plato. En conclusión, las nutricionistas enfatizaron la necesidad de desmitificar creencias populares erróneas y promover una nutrición basada en información profesional y científica, esencial para tomar decisiones alimenticias saludables.
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