El sacudón económico, la foto con Trump que no fue, el error sobre Malvinas y el golpe en el Congreso

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Mariano Pérez de Eulate

mpeulate@eldia.com

Una serie de hechos autoprovocados o ligados de rebote signaron negativamente la agenda del gobierno del presidente Javier Milei, en la que ha sido definida como una semana para el olvido en ciertas mesas oficialistas. Difícil para la Casa Rosada rescatar algo de ganancia política; de hecho, todo parece ubicarse en la columna de las pérdidas.

1) Fue Donald Trump el que agitó toda la economía mundial al fijar una nueva escala arancelaria para los productos que se exporten de los países del globo a los Estados Unidos, en el marco de su lógica proteccionista y de su guerra comercial con China. Aún cuando Milei pretende que Trump sea su principal aliado internacional, la decisión del estadounidense choca de frente con las creencias históricas del argentino en la materia y presume una incomodidad mayúscula para él en términos de la defensa de esa relación.

Conmovió ver a los voceros oficiales y oficiosos del Gobierno transformar el dato en una “buena noticia” para el país, porque Argentina quedó entre las naciones a las que le impondrán menos aranceles (un 10%). Claro, a China por ejemplo le encajaron un 34% y a la Unión Europea un 20%.

Antes de la medida, según refleja la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham), los aranceles eran variables: alimentos un 4,6%, calzados y textiles entre 6% y 7% y otros productos -plásticos, lana, metales, químicos, y un largo etcétera- entre 1% y nada. En 2024 el país del norte fue el segundo socio comercial de la Argentina: exportamos por 6.454 millones de dólares e importamos por 6.226 millones.

La decisión de Trump relativiza mucho el deseo expresado por Milei de cerrar un acuerdo de libre comercio con EE UU, que supone lo contrario: bajar o suprimir barreras arancelarias. Así, el Gobierno trabaja ahora para convencer a Washington de acordar una lista de productos con arancel 0% -de fabricación casi nula en Estados Unidos- para poder mostrar internamente en clave de logro.

El viaje al que le faltó la imagen buscada

2) La foto que no fue con Trump dolió en el Gobierno. El Presidente hizo un viaje relámpago sólo para eso (más allá de que la excusa era participar en una cumbre de la derecha y recibir una distinción facciosa) con la idea de apalancar la concreción del famoso re-acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en cuyo directorio el gobierno estadounidense tiene peso decisivo. Se buscaba el pedido personal a Trump para que dé una nueva mano allí.

Trump se demoró y, de hecho, nunca apareció en la fiesta que se hizo en la residencia de su propiedad en Florida porque se le desinfló una goma al helicóptero Marine One, se explicó en forma oficial. Probablemente sea cierto, pero acaso la decepción hubiera sido menor si se decía que el hombre tenía gripe.

Milei, de todos modos, sigue siendo el mejor mirado por el estadounidense en la región. Pero en la Rosada se creía que la instantánea en Mar-a-Lago hubiera ayudado a calmar ansiedades: las del mercado financiero, que respondió negativamente a las medidas arancelarias de Trump y, a la vez, da muestras de nerviosismo ante la falta de definiciones sobre la ayuda del FMI con la variable del dólar como aguijón permanente.

El tropezón con Malvinas

3) En el acto recordatorio por el inicio de la Guerra de las Malvinas, el Presidente insólitamente fue en contra de una doctrina histórica de la Argentina, respetada por todos los gobiernos anteriores: el rechazo a la autodeterminación de los kelpers. “Malvinenses”, les dijo. Y declaró que él desea que quieran ser “argentinos”.

“Buscamos hacer de Argentina una potencia tal que ellos prefieran ser argentinos y que ni siquiera haga falta la disuasión o el convencimiento para lograrlo. Emprendimos el camino liberador para que todos los ciudadanos del mundo fantaseen con el sueño argentino”, fue textual la frase de la polémica que le valió hasta una denuncia de un sector de los excombatientes.

En la histórica disputa con los británicos, los intereses de los isleños son tenidos en cuenta (“respetando el modo de vida de sus habitantes”, dice la Constitución) pero no son parte del diálogo para resolver el conflicto. Según la Carta Magna argentina, el que nació en las islas es argentino. No tiene que elegir si quiere o no serlo. Lo es porque vino al mundo en territorio nacional, más allá de que los kelpers rechacen esto.

Es dable pensar que Milei leyó lo que alguien escribió, como sucede con todos los presidentes. Pero un gobierno no puede permitirse semejante error, si es que lo fue. Y menos en una causa, la de Malvinas, en la que los libertarios habían logrado un buen posicionamiento, en parte por la figura de la Vice Victoria Villarruel, hija de un combatiente fallecido, que hoy está al margen del Gobierno por el veto de la mesa chica presidencial que, se rumorea, no tolera su propensión al protagonismo.

Un cachetazo en el Congreso

4) Fue durísima la derrota del Gobierno en el Congreso, donde se voltearon los pliegos de los jueces propuestos por el Presidente a la Corte Suprema: Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla. Por la naturaleza de los nombramientos, incluso puede decirse que es una derrota política personal de Milei, quien se empecinó en ir hasta el final con algo que había nacido mal parido casi un año atrás.

La oposición dialoguista le puso límites al mandatario, quien ostenta notable minoría parlamentaria, como nunca antes había hecho. Al contrario, siempre lo había ayudado.

García-Mansilla está hoy en la Corte “en comisión”, designado por un decreto presidencial supuestamente hasta el fin de este año legislativo. Pero cuando Milei firmó eso, suponía que el pliego del juez en algún momento sería aprobado para darle la continuidad constitucional correspondiente. Eso no pasará. Ergo: tarde o temprano Mansilla se va a tener que ir, lo que abre una serie de interrogantes sobre los fallos en los que intervenga.

La biblioteca está dividida. Uno: que sólo pueden sacarlo con juicio político del Congreso durante este año, que es lo que defiende el interesado, porque lo que se rechazó fue el pliego que lo designaría hasta los 75 años y no la medida presidencial, digamos, coyuntural. Dos: que debe renunciar por una cuestión ética y constitucional.

En todo caso, el mayor problema lo tiene Milei, destinatario del duro golpe a su autoridad porque se suponía que era “su” candidato, sin cuestionamientos a su honorabilidad. Notable: García- Mansilla obtuvo más votos de rechazo que Lijo, supuestamente emparentado con lo más turbio de la corporación judicial. En cierta forma, eso también fue un mensaje.

 

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