El orden económico mundial vive su mayor transformación y nadie vislumbra el resultado final. Lo certero es que Donald Trump puede cambiar de opinión cada uno de los mil 440 minutos de cada día que transcurre.
Ayer a mediodía el presidente de EU pausó las tarifas recíprocas a casi todas las naciones –a China le incrementó el porcentaje– y dejó en aparente beneficio a México y a Canadá.
Antes del anuncio, los mercados amanecieron en rojo por cuarto día y los bonos del gobierno de EU vieron sus precios bajar y sus rendimientos subir –fenómeno poco común en medio de la volatilidad–; las señales de estabilización eran incipientes y el temor por una recesión se afirmaba.
Las bolsas perdieron alrededor de 9 billones de dólares después del Día de la Liberación, tan solo el Standard & Poor’s 500 bajó más de 10 por ciento.
Ayer, cuando apareció Trump frente a la Casa Blanca para hablar con los medios, dijo: “En los últimos días, la situación se veía bastante sombría”, y añadió que había que ser “flexibles”.
En ese instante recordé lo que me dijo Óscar Ocampo, director de desarrollo económico en el Imco, la noche del martes acabando el programa de MILENIO Negocios: “El S&P 500 puede ser el mejor contrapeso de Trump”.
Tras la pausa a las tarifas recíprocas, este índice mostró un rebote de 9.52 por ciento.
En México, la moneda anda indecisa: reconoce que somos uno de los países menos afectados por los aranceles, pero cuestiona la profundidad de la recesión que se percibe en el horizonte. Además, nuestra economía cayó del puesto 21 al 25 en el Índice de Confianza de Inversión Extranjera Directa 2025 de Kearney. El mejor sitio que México ha ocupado en este índice fue el noveno en 2015. Bien dijo el director ejecutivo de Femsa, José Antonio Fernández, que la economía será débil por lo menos unos tres meses.
Este vuelco del orden comercial, económico y geopolítico requiere de resiliencia. Las empresas, desde las que cotizan hasta las más pequeñas deberán hacer un escrutinio a sus cadenas de proveeduría, a sus estados de resultados y cuestionar con honestidad el siguiente paso para optar por el que tenga mayor potencial de ser correcto. Para los inversionistas la cautela será un ingrediente clave para no tomar decisiones de forma estomacal. Lo que viene no será sencillo y si todo se trata del poder más que de la economía, el elemento del peligro no estará ausente.